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Defensoría cuestiona discursos ante el hambre en La Guajira

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Defensoría cuestiona discursos ante desnutrición en La Guajira

Desde la Defensoría del Pueblo, se ha instado a abandonar los discursos vacíos y a implementar planes concretos para combatir el hambre en La Guajira. Según el Instituto Nacional de Salud, más de 600 niños, la mayoría pertenecientes a comunidades indígenas, están sufriendo enfermedades relacionadas con la desnutrición crónica. Estas enfermedades no solo causan un sufrimiento extremo, sino que también resultan en muertes prematuras, como el reciente caso de un bebé de dos meses en Riohacha, víctima de desnutrición crónica. Es evidente la falta de programas de atención a la primera infancia, lo cual es especialmente doloroso considerando que el gobierno sigue limitándose a discursos sin ofrecer un plan efectivo para abordar esta crisis.

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El Defensor del Pueblo, Carlos Camargo Assis, ha solicitado al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar que proporcione información detallada sobre la situación actual de los servicios dirigidos a la primera infancia en La Guajira, así como el número de niños atendidos bajo cada modalidad de atención.

A pesar de las constantes solicitudes de ayuda, el gobierno sigue sin tomar medidas concretas, mientras que entre enero y marzo de este año se han reportado 640 casos de desnutrición en La Guajira, con la trágica consecuencia de 10 niños fallecidos en el mismo periodo. Mientras los discursos vacíos persisten, un niño más pierde la vida y otros continúan sufriendo desnutrición severa.

Más información aqui: El hambre “no se resuelve con discursos de voluntad”: Defensoría al Gobierno por desnutrición de niños en La Guajira

Hoy es escasez de agua, pero mañana puede ser escasez de alimentos

Escases de Alimentos

Hoy, los embalses y páramos que suministran agua potable a la capital de Colombia se encuentran en estado crítico. La capacidad del sistema de Chingaza, que es el encargado de proveer el 70% de este recurso vital a Bogotá, apenas alcanza el 16%. Los otros dos embalses también presentan niveles preocupantemente bajos: Tibitoc solo llega al 50% de su capacidad, mientras que el embalse El Dorado está por debajo del 45%. La situación actual es resultado de advertencias previas que, lamentablemente, se han convertido en una realidad imposible de ignorar.

En lo que va de este año, los efectos extremos del Fenómeno del Niño han causado estragos ambientales, económicos y sociales inmensos. Parece que, durante el 2024, las inclemencias climáticas serán la noticia del año. Nos espera una grave crisis climática si no comenzamos a acatar las recomendaciones y a cambiar nuestro comportamiento en cuanto al cuidado de los recursos naturales. En nuestro Banco de Alimentos de Bogotá, somos conscientes de que el cambio climático y las dificultades ambientales están estrechamente vinculadas a la escasez de alimentos, un flagelo que actualmente sufren millones de personas y que, en un corto o mediano plazo, podría aumentar desmesuradamente.

Hace unos días, las principales conclusiones de un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) revelaron que más de 1.000 millones de platos de comida se desperdician al día, lo que equivale a más de 1.050 millones de toneladas de desperdicio alimentario en el mundo durante el 2022. Del total de alimentos desperdiciados, el 60% proviene de los hogares, mientras que el 28% corresponde a los proveedores de servicios alimentarios y el 12% al comercio minorista. La pérdida de alimentos representa una tragedia mundial que no solo permite que las estadísticas del hambre continúen en aumento, sino que también contribuye negativamente al incremento de gases de efecto invernadero, como el metano y el dióxido de carbono, en la capa de ozono, provocando así repercusiones sustanciales en el clima y en la naturaleza.

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En el Banco de Alimentos, nos comprometemos con acciones concretas para atender esta crisis. Disminuiremos el lavado externo de nuestra flota de 12 camiones y reduciremos el lavado de los pisos de nuestra planta de más de 6.540 m². Esto nos va a permitir ahorrar más de 3.000 litros de agua al mes. Además, seguiremos trabajando junto a empresas de la cadena alimentaria, comerciantes de la central de abastos y agricultores de municipios aledaños a Bogotá para recuperar los excedentes alimentarios que no se logran comercializar, pero que aún son aptos para el consumo humano. Una tarea que no solo promueve la seguridad alimentaria en la ciudad, sino que también contribuye de manera significativa a las acciones por el clima y el medio ambiente.

El Banco de Alimentos de Bogotá en el corazón de nuestros voluntarios

En el corazon de los Voluntarios

Como voluntario del Banco de Alimentos de Bogotá, he tenido el privilegio de ser testigo de primera mano del impacto vital que esta organización tiene en la comunidad. En un país donde la desigualdad y la pobreza siguen siendo desafíos persistentes, el trabajo del Banco de Alimentos no solo es importante, sino esencial para garantizar que miles de colombianos tengan acceso a alimentos nutritivos y utensilios suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.

El Banco de Alimentos de Bogotá no solo se limita a distribuir comida, sino que desempeña un papel fundamental en la lucha contra el desperdicio alimentario. A través de sus programas de recolección y redistribución de alimentos excedentes, la organización no solo ayuda a alimentar a aquellos que lo necesitan, sino que también contribuye a reducir el impacto ambiental negativo asociado con el desperdicio de alimentos.

Además, el Banco de Alimentos de Bogotá trabaja en estrecha colaboración con otras organizaciones benéficas, para garantizar que los alimentos lleguen a quienes más los necesitan, incluidos niños, personas mayores y familias en situaciones de vulnerabilidad. “No solo entregamos alimentos, sino también esperanza y trabajamos para desarrollar las competencias y habilidades de las organizaciones vinculadas, encaminados en construir una sociedad más humana, solidaria y equitativa.”

En resumen, el trabajo del Banco de Alimentos de Bogotá va más allá de simplemente proporcionar comida; es un motor de cambio social que ayuda a construir comunidades más fuertes, saludables y resilientes. Como voluntario, me siento honrado de ser parte de esta noble causa y de contribuir, aunque sea de manera pequeña, a hacer del mundo un lugar mejor para todos.

Autor: Federico Vélez

Inversión Extranjera: Impulso a la Soberanía Alimentaria

Inversión Extranjera: Impulso a la Soberanía Alimentaria

El gobierno nacional y su bancada han rechazado un proyecto de ley destinado a regular la adquisición de tierras por parte de extranjeros, con el propósito de restringir estas transacciones. En un apartado publicado por El Espectador el 10 de marzo de 2024, se explicaba por qué la compra de tierras por parte de extranjeros puede resultar perjudicial para el país.

Se evidencia un consenso general en contra de la extranjerización de tierras, dado que esto no contribuye a la soberanía alimentaria propuesta. La Silla Vacía plantea una perspectiva alternativa, al considerar la compra de tierras por parte de extranjeros y la soberanía alimentaria como términos sinónimos, pues esta última se basa en la producción de alimentos en las tierras nacionales para el consumo de la población.

Se ha presentado un ejemplo donde un grupo de menonitas adquirió tierras áridas e invirtió en su desarrollo, logrando obtener grandes cosechas al hacer que estas tierras fueran productivas. Sus ventas están orientadas principalmente al mercado interno y, en gran medida, al suministro de alimentos para animales.

Si se permitiera la adquisición de tierras colombianas y la inversión en su desarrollo, es posible que se observara una reducción significativa en el precio de alimentos como huevos y carnes, mejorando así la calidad de vida alimentaria en Colombia.



En Colombia, 1 de cada 9 niños sufre desnutrición crónica

En Colombia, 1 de cada 9 niños sufre desnutrición crónica

La desnutrición crónica surge de una insuficiencia alimentaria persistente durante largos periodos. Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de 2015, en Colombia, uno de cada nueve niños sufre de desnutrición crónica.

“En gran medida, el entorno y la ubicación del niño determinan su acceso completo a sus derechos, así como su éxito en la crianza y, por ende, la calidad y cantidad de alimentos que ingiere diariamente. Por lo tanto, ciertos grupos con circunstancias particulares tienen mayor riesgo de padecer desnutrición”

afirmó recientemente la Fundación Éxito en un informe.

La entidad también señaló que uno de los principales factores es la falta de ingresos económicos en los hogares afectados, así como la carencia de agua potable, la falta de acceso a servicios de salud y una educación deficiente.

El retraso en el crecimiento se observa principalmente en niños menores de cinco años, pero la incidencia aumenta significativamente en comunidades indígenas y zonas rurales.

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La desnutrición crónica no es únicamente un problema de los afectados; concierne a todos. Todos podemos contribuir reconociendo su existencia y la necesidad de erradicarla. El aumento de este problema también se atribuye a la disminución de la economía nacional, causada por el bajo rendimiento de los individuos. Esto puede generar un ciclo vicioso, ya que la falta de una alimentación adecuada para el desarrollo pleno de las capacidades físicas y cognitivas puede conducir nuevamente a la pobreza y al hambre.

“El proceso implica el análisis estadístico de diversos determinantes sociales para identificar qué municipios presentan mejores condiciones o están en mayor riesgo de sufrir desnutrición crónica en su población. Este índice evalúa el nivel de bienestar de la población, donde se observa que cuando un niño o niña tiene una madre con educación, acceso a servicios de salud y una vivienda con acceso a agua potable, es más probable que disfrute de buenas condiciones de bienestar, acceda a sus derechos y tenga una alimentación saludable”

Diana Pineda.

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Desnutrición infantil, problema de todos

Desnutrición infantil, problema de todos

La desnutrición en Colombia está experimentando un notable aumento entre los menores de 5 años, afectando al 10% de la población, principalmente a los indígenas y a los estratos 0 a 2.

Esta problemática no solo evidencia la falta de alimentos y los desafíos de salud, sino que también pone de manifiesto las disparidades sociales. La pobreza, la falta de educación materna y la carencia de acceso a agua potable son factores predominantes en esta realidad.

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Es imperativo que la sociedad responda de manera urgente, ya que esta crisis impacta directamente en el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Si no abordamos esta emergencia de manera efectiva, estaremos destinados a repetir ciclos de desnutrición y escasez.

La nutrición infantil debe convertirse en una prioridad dentro de los planes de desarrollo municipal. Es fundamental brindar educación a las madres para que estén capacitadas para enfrentar las necesidades alimenticias de sus hijos.

Como lo expresó el Diario Occidente: “Es crucial comprender que el hambre que afecta a los niños tiene repercusiones en toda la sociedad. Debemos actuar con prontitud.”

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