En Colombia, 2 de cada 100 niños mueren por desnutrición. Según el estimado de la organización humanitaria Acción Contra el Hambre, el 2% de la población infantil padecen desnutrición aguda y si no reciben una atención oportuna, el riesgo a la muerte es mayor. Pero esto no es solo una consecuencia a corto plazo, ya que durante el crecimiento el niño no podrá desarrollar correctamente sus habilidades cognitivas y actividades cotidianas para su diario vivir.
La desnutrición crónica deja afectaciones profundas en el desarrollo físico y mental de los niños. Durante los primeros mil días de vida, desde la gestación hasta los dos años, el cuerpo y el cerebro experimentan un crecimiento acelerado que requiere nutrientes esenciales.

La causa más común de la desnutrición es dada por el limitado acceso a los alimentos, una calidad de vida precaria que va acompañada de carencia de agua potable, insuficiente atención médica, influencias culturales con prácticas relacionadas con la alimentación, deficiencia en la lactancia materna, problemas de educación y conocimiento, concentrado en zonas de conflicto armado.
Según el diario La Razón.co, las regiones con más casos registrados de desnutrición son La Guajira, Chocó, Guainía, Vichada y Putumayo. Estas zonas comparten condiciones críticas: si no están directamente afectadas por el conflicto armado, son territorios históricamente olvidados por los gobiernos, que han fallado en garantizar derechos fundamentales como el acceso a una alimentación digna, atención médica, agua potable y educación. La desatención estatal ha contribuido al deterioro de las condiciones de vida en estas regiones.
Consecuencias a corto plazo: efectos visibles en los primeros años de vida.

Retraso en el crecimiento físico
El signo más significativo es la talla baja para la edad. Este retraso no es solo un tema estético, sino una señal de que el cuerpo no ha tenido todos los nutrientes necesarios para crecer.

Sistema inmunológico debilitado
Los niños con desnutrición crónica son más sensibles a enfermedades infecciosas y a enfermedades como infecciones respiratorias, diarrea y otras. Estas enfermedades, a su vez, empeoran la condición nutricional de los niños.

Retraso en el desarrollo psicomotor y cognitivo
Los primeros 5 años de vida son claves para el desarrollo cerebral. La falta de nutrientes vitales como hierro, zinc, ácidos grasos y vitaminas desempeñan su papel en la capacidad de aprendizaje, atención y memoria.
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Consecuencias a largo plazo: un lastre para el futuro del niño y del país.



Menor productividad en la adultez
La desnutrición crónica influye en la capacidad laboral a largo plazo, afectando tanto el dominio físico como cognitivo, incluyendo el escaso desarrollo de habilidades sociales, que provoca dificultades para la persona. Esto tiene como resultado, bajos ingresos y pobreza, además de la perpetuación de un ciclo de vulnerabilidad.
Impacto generacional
Una madre con desnutrición crónica posee una mayor probabilidad de tener hijos con bajo peso que también sufrirán dicho problema. Propiciando así un ciclo de exclusión y desnutrición generacional, que no solo dificulta la vida de la familia sino también la sostenibilidad del país.
Dificultades escolares persistentes
Los niños con retraso en el desarrollo de sus capacidades cognitivas también tienen un bajo rendimiento escolar, lo que aumenta un riesgo de deserción escolar y un menor nivel educativo alcanzado. Por ende, el acceso a oportunidades futuras se vuelve limitado.
La desnutrición es una realidad que afecta a miles de personas cada día. Sin embargo, desde el Banco de Alimentos de Bogotá estamos comprometidos en combatirla activamente. En 2024, distribuimos más de 20 millones de kilos de alimentos, beneficiando a más de 562,000 personas en situación de vulnerabilidad. Gracias a la colaboración de empresas, voluntarios y aliados estratégicos, no solo identificamos el problema, sino que implementamos soluciones efectivas que llevan alimento, dignidad y esperanza a quienes más lo necesitan.
