Los abuelos y los niños son nuestra población más vulnerable, requiriendo el mayor cuidado y amor. Los abuelos, en su última etapa de la vida, necesitan nuestras atenciones más que nunca, pues es esta etapa la que más recordarán. Por otro lado, los niños están en su primera etapa, donde forman su identidad y corazón.
Lamentablemente, los abuelos son a menudo los más olvidados. Sus familias, pensando que ya vivieron sus vidas, los dejan atrapados en el tiempo, sin brindarles la atención que merecen. Esto silencia sus voces sabias y, en algunos casos, los abandona en hogares geriátricos. Aunque ya han dado lo mejor de sí, ahora necesitan nuestro amor y comprensión. Sus arrugas son las líneas de poesía que han escrito en la vida; ahora son como niños que requieren de nuestro cuidado.
Esta realidad puede ser difícil de entender para algunos, pero afortunadamente hay corazones tocados por la bondad. Un ejemplo es el voluntariado corporativo de Quorum Software. Su generosidad fue tan grande que decidieron no solo brindar atención, sino también llenar la alacena del Banco de Alimentos de Bogotá y del hogar geriátrico, asegurando un plato de comida para cada abuelo. El pollo asado fue un gesto que llenó de emoción a los abuelos, quienes, con lágrimas en los ojos, se sintieron amados por más de 20 voluntarios que hicieron posible este encuentro.
Después de una comida reconfortante, la sala se llenó de risas y emoción. Los voluntarios no solo compartieron alimentos, sino también regalos personalizados con hermosos mensajes. Los abuelitos también aportaron detalles: el señor Omar, con su maravilloso arte, regaló a cada voluntario un mandala coloreado con sus nombres.
La jornada continuó con canciones interpretadas por dos voluntarios y luego por dos abuelos, llenas de letras emotivas y amor. Finalmente, cerramos el voluntariado con un bingo, donde la mayoría de los abuelos disfrutaron de risas y premios. Agradecemos infinitamente a Quorum por su apoyo y por entender la vulnerabilidad de estos abuelos. Muchos de ellos, al ver a los voluntarios, los confundieron con sus familias, encontrando un motivo más para sonreír.
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