El mito de Van Gogh nació mucho antes de sus episodios más conocidos, como el incidente de su oreja, en los días en que predicaba en Borinage, una zona minera en Bélgica. Allí, compartió las penurias de los mineros, y entre sus aflicciones comprendió que siempre tendría un lugar en su corazón para los desfavorecidos.
Al convertirse en un apoyo para los más necesitados, sus superiores lo despidieron. En 1878, se cuestionó su propósito en la vida hasta encontrarlo: ser un artista. Reconoció que la vida de un artista no solo implicaba crear mundos alternativos, sino también estar destinado a la soledad. Comenzó a pintar sin restricciones, incluso en la pobreza. Su arte se convirtió en un símbolo de rebeldía, pero su vida fue breve; falleció a los 37 años.
A pesar de estudiar a otros pintores y crear numerosas obras, sólo vendió una en vida, pero nunca dejó de pintar.
Te puede interesar: Yosmary Castro: una vida con propósito
“Ante la lucidez de Van Gogh, la psiquiatría es solo un refugio de gorilas obesos”
dijo Artaud.
En un artículo de Juan Carlos se menciona una anécdota sobre el hambre de Van Gogh. Se relata cómo pidió prestados veinticinco florines a un amigo, quien se negó, argumentando que el verdadero hambre impulsaba las mejores obras de arte.
Después de que otro amigo le sugiriera abandonar la pintura y también le negara su ayuda, dos días después Van Gogh se disparó en el corazón. Tras su fallecimiento, sus obras ganaron reconocimiento y tener una pintura de Van Gogh se convirtió en símbolo de riqueza.
Más detalles aquí: van gogh un artista del hambre