Es un hecho que la alimentación es la condición que más influye en la salud. Además de su calidad, la frecuencia de la alimentación también se constituye como un factor esencial para llevar una vida saludable. Tres comidas al día es una frecuencia suficiente para suplir los nutrientes que el organismo necesita, además los intervalos prolongados entre comidas proporcionan un tiempo adecuado para la digestión, no obstante, a nivel nacional muchas personas no consiguen comer el desayuno, el almuerzo y la comida en un mismo día, lo anterior se puede observar en los resultados de la última encuesta realizada por el DANE, donde se evidenció que uno de cada cuatro hogares colombianos no puede acceder a las 3 comidas básicas del día.
Desde los primeros meses de la pandemia, la situación ya era critica debido a la escasez de alimentos provocada por las compras de pánico, por lo que millones de personas no solo en Colombia sino a nivel mundial, se saltaron las comidas con regularidad o disminuyeron las porciones. El rápido deterioro de la seguridad alimentaria también se ve reflejado en el aumento vertiginoso de los precios de la energía, los alimentos e incluso de la gasolina. Lamentablemente la inseguridad alimentaria apunta a una situación catastrófica para las familias, ya que las somete a un estrés mental y obliga a las personas a sobrevivir con las calorías más baratas y menos saludables.
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En la primera línea de la pobreza alimentaria, las organizaciones sociales advierten que la demanda de alimentos está aumentando a medida que los presupuesto se vuelven más ajustados. Por tal motivo es importante establecer acciones a largo plazo para desarrollar resiliencia de las diferentes poblaciones y el sistema alimentario. Del mismo modo sería de gran importancia equilibrar los precios de los alimentos, procurando que la comida sana sea más asequible.