Estamos a punto de alcanzar el sexto año desde que se fijaron los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), sin embargo, Colombia enfrenta un notable atraso, especialmente en uno de los aspectos más críticos: el objetivo de hambre cero. Actualmente, apenas ha logrado un cumplimiento del 23,9%, según el DNP.
En un artículo de El Espectador, Patricia Lara llama la atención al presidente al resaltar el aumento de las cifras de desnutrición aguda en menores de cinco años el año pasado. Esta situación no solo conlleva a menos oportunidades educativas, sino que también asegura un futuro cercano de mayor pobreza para el país.
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Más que dirigir un llamado al gobierno, podemos inferir que estamos enfrentando una crisis de valores, donde la empatía se ha vuelto poco común en nuestra sociedad. Es un llamado a que cada individuo salga de su propia burbuja y contribuya a la construcción de un país mejor. Se necesita una mayor participación ciudadana que reconozca el valor moral que reside en cada uno de nosotros.
¿Merece la pena?
Realizar un ejercicio de análisis interno, donde evaluemos nuestras capacidades internas y desarrollemos cambios para adaptarnos a un contexto en el que trabajar hacia objetivos comunes resulta complejo, puede ser sumamente útil. Esto nos permite contribuir a la eliminación de la cultura de la trampa, la búsqueda de atajos y la corrupción. Una vez resuelto este aspecto, todos podríamos contar con igualdad de condiciones y avanzar hacia el cumplimiento del objetivo de Hambre Cero establecido en los ODS. Considerando el bienestar de los niños que serán el futuro, queda claro que vale la pena el esfuerzo.
Alcanzar el bienestar para todos es una responsabilidad compartida que no recae únicamente en una persona, sino en la suma de todos los esfuerzos. Este proceso puede comenzar desde uno mismo; no podemos abordar los desafíos sin transformar nuestras actitudes egoístas y sin comprender que el objetivo de Hambre Cero nos compromete a todos. La erradicación del hambre y la reducción de la pobreza solo serán posibles cuando todos los colombianos reconozcan sus valores, cuenten con una educación adecuada y tengan acceso a empleos dignos.