La llegada de la temporada de lluvias en Colombia es un fenómeno natural que, si bien es esperado cada año, trae consigo una serie de desafíos significativos para la sociedad y las autoridades. Este año, la situación se ha visto agravada por la transición del fenómeno de El Niño a La Niña, lo que ha resultado en un aumento de eventos climáticos extremos.
Desde el inicio de la temporada invernal a finales de mayo, se han registrado más de 700 incidentes relacionados con las lluvias, según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Entre estos eventos se incluyen 275 movimientos en masa, 255 inundaciones, 133 vendavales, 75 crecientes súbitas, 9 avenidas torrenciales, 4 tormentas eléctricas y 4 granizadas. Los departamentos más afectados han sido Cundinamarca, con 135 incidentes, seguido por Huila y Antioquia con 64 cada uno, Tolima con 58 y Cauca y Caldas con 41 eventos respectivamente. El municipio de Quetame en Cundinamarca ha requerido un despliegue especial de maquinaria amarilla para apoyar las operaciones de emergencia.
El primer semestre de 2024 estuvo marcado por sequías e incendios, que afectaron gravemente varias regiones del país. En Bogotá, en la Sierra Nevada de Santa Marta y en el Páramo de Santurbán, entre otros lugares, los incendios destruyeron miles de hectáreas de ecosistemas vitales. La falta de lluvias y las altas temperaturas resultaron en racionamientos de agua en Bogotá y municipios aledaños, debido a los niveles críticos de los embalses que abastecen la capital.
Ahora, con la llegada de La Niña, se espera un incremento en las precipitaciones, lo que podría exacerbar las condiciones ya difíciles para muchas comunidades. En la región de La Mojana, las fuertes lluvias recientes provocaron la ruptura del dique Caregato, causando emergencias para miles de familias. En esta emergencia el Banco de Alimentos de Bogotá, en alianza con el Banco BBVA y cientos de personas solidarias, se sumaron a llevar alimentos y productos de primera necesidad para las familias más vulnerables.
Además, la temporada de huracanes, que se extiende del 1 de junio al 30 de noviembre, coincide con la segunda temporada de lluvias en gran parte del país. Se anticipa que las precipitaciones superarán los montos normales climatológicos, con tormentas que pueden evolucionar desde ondas tropicales hasta huracanes, especialmente afectando la región del Caribe.
La preparación y la respuesta efectiva ante estos eventos climáticos son esenciales para mitigar las afectaciones y proteger a las comunidades más vulnerables. La inseguridad alimentaria es una preocupación creciente, usualmente las familias más afectadas por las inundaciones y los desastres naturales son las mismas que se encuentran en situación de vulnerabilidad critica. La pérdida de cultivos, la destrucción de infraestructuras, la interrupción de los servicios básicos y la falta de alimentos pueden agravar significativamente esta situación.
Ante este panorama, es crucial que no solo las autoridades y comunidades en posible riesgo se mantengan en alerta, sino que también nosotros como sociedad aportemos con acciones reales de generosidad, para estar anticipados a las futuras emergencias, especialmente en las zonas más necesitadas.