La crisis actual ha impactado severamente a los niños, quienes deben ser nuestra prioridad. La Defensoría del Pueblo, junto con la Fundación Ábaco, ha revelado datos alarmantes en su informe más reciente.
Desde 2017, más de 1,000 niños menores de cinco años han fallecido debido a hambre y desnutrición. Esta cifra refleja no solo una tragedia, sino también una falta de solidaridad y acción por parte de la sociedad. Este año, 125 niños ya han perdido la vida por desnutrición, lo que resalta la urgencia de enfrentar la inseguridad alimentaria.
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El informe destaca que en 2023, el 50% de las muertes infantiles ocurrieron en zonas rurales dispersas y el 32% afectó a menores de un año. La desnutrición también ha golpeado fuertemente a la población infantil étnica, con un 26% de los casos.
La disponibilidad de agua potable, la alimentación adecuada y el acceso a la salud son los pilares esenciales señalados en el informe. En 2023, 15 millones de personas en Colombia enfrentaron insuficiencia alimentaria. Los departamentos más afectados fueron Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Chocó y Atlántico, con el 34% de su población en condiciones de inseguridad alimentaria. Además, las regiones del Amazonas, Caribe y Pacífico presentaron altas tasas de mortalidad e incidencia de desnutrición aguda.
Para abordar esta crisis, la Defensoría del Pueblo y Ábaco han emitido 24 recomendaciones a diversas autoridades y sectores. Entre ellas, destacan la implementación de políticas públicas para garantizar el acceso a alimentos nutritivos, mejoras en la infraestructura de salud y la disponibilidad de agua potable, especialmente en zonas rurales y comunidades indígenas.
Es imperativo que trabajemos juntos para asegurar que cada niño tenga acceso a una nutrición adecuada y a las condiciones básicas para vivir.