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jueves, noviembre 21, 2024
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Reciclar para poder comer

Todos, alguna vez, hemos visto a las señoras que separan los residuos en nuestros conjuntos, en la oficina o en la calle. Algunos dicen gracias, pero otros solo levantan la mirada y siguen derecho. Pero, ¿quiénes son estas mujeres?, ¿qué historia se esconde detrás de sus rostros?

Hoy, desde la voz de Martha Pérez Martínez, queremos visibilizar el trabajo que realizan muchas de estas mujeres, para sacar adelante a sus familias, a sus comunidades y lo que hacen para garantizar la comida sobre sus mesas.

¿Qué hace Asochapinero?

Nosotras somos recuperadoras de material reciclable, aunque para mucha gente es basura, para nosotras es esperanza. Casi todas somos mujeres, llevamos en la organización entre seis y veinte años. Recuperamos el cartón, metal, vidrio y papel, todo lo que es el material reciclable y recuperable. Eso nos ha ayudado mucho para nuestro sustento y sacar a nuestros hijos adelante, brindarles una mejor calidad de vida e impulsar sus estudios, para que no les toque como nos ha tocado a nosotras.

¿Cuántas personas pertenecen a Asochapinero?

Cien personas, en ambas sedes, la mayoría madres cabeza de familia.

¿Cómo es su día a día?

Nosotras trabajamos media jornada en la noche, y la otra mitad de día. Un grupo martes, jueves y sábado y las otras lunes, miércoles y viernes. En la noche es de 6:00 p.m. a 1:00 a.m., en el día de 3:00 a.m a 7:00 a.m.

Nos Dividimos, porque trabajamos en varios shuts de los conjuntos residenciales de diferentes zonas de la ciudad. Somos tres por cada shut. En la noche nos enfrentamos a la inseguridad, nos toca protegernos en grupo, es mejor trabajar en el horario de la mañana por la integridad y la vida de nosotras, siempre hay gente que quiere hacer daño.

A nosotras nos toca el trabajo duro que es seleccionar, meternos de fondo a revisar qué sirve. Es bonito trabajar solo con mujeres, porque nosotras somos más cuidadosas al clasificar.  Después pasa otro grupo, también de la organización, a recoger ese material y llevarlo a la bodega.

Es de admirar que todas son mujeres y no se dejan vencer por las adversidades, ¿por qué luchan?

Acá todas tenemos hijos, trabajamos para poder sacarlos adelante y que tengan una mejor calidad de vida. Las trasnochadas y los esfuerzos han valido la pena, casi todas hemos logrado que nuestros hijos sean tecnólogos o profesionales. 

¿Cómo seleccionan los shuts donde trabajan?

Los representantes de la asociación van con los papeles a buscar los convenios, para que nos den acceso a los conjuntos residenciales, todo es legal.  Ahora, el trabajo es muy escaso, son pocos los que dejan el reciclaje para nosotros, porque lo venden de una vez a quien lo procesa. La falta de trabajo, hace más complicada nuestra situación, aumenta el hambre en nuestros hogares.

¿Por qué ser reciclador?

Amamos este trabajo, somos independientes, es esa pasión de saber que no solo se ayuda al medio ambiente, sino que también se puede sobrevivir y abrir nuevas oportunidades de empleo. Aquí las personas mayores encontramos una oportunidad.

Esta tarea es difícil, pero a la vez, es una labor digna. Es triste que la sociedad no reconozca nuestro valor. Los recicladores enfrentamos una falta de aprecio y esto afecta nuestra moral. Aunque muchos entienden la importancia de separar los materiales, son pocos los que realmente lo llevan a cabo. Falta la conciencia acerca del esfuerzo que implica esta labor y del impacto que tienen nuestras acciones en el medio ambiente.

Nuestro llamado es a que la sociedad separe los materiales de una manera adecuada, pero también a la alcaldía para que nos apoye, a veces nos sentimos abandonados y atacados.

¿Cómo es la situación en sus hogares?

Desde hace unos años vemos el aumento de los precios en el mercado, comer es caro. Aquí nos toca hacer vigilia, hay semanas enteras que no comemos carne, pero no porque queremos, sino que no nos alcanza. Ni siquiera para un huevo. A uno le toca aprovechar los pesos que le lleguen para saberlos distribuir.

Durante más de 11 años, el Banco de Alimentos de Bogotá ha logrado que en nuestras mesas no falta la comida. Yo sé que a todos nos quedó una huella muy grande por la pandemia, pero la ayuda que recibimos del Banco fue un milagro. El salón de nuestra asociación se mantenía lleno de alimentos. En esa época no podíamos salir a trabajar y eso era sinónimo de hambre.

Martha, como la líder en esta organización de recicladores, ¿podría compartirnos su historia personal?

Yo quedé sólita a los 9 años a cargo de mis hermanos. Mi mamá se fue y yo quedé con mi suegra, ella me enseñó a trabajar como una mujer berraca. Empecé con una “zorra”, un vehículo de tracción humana. Mi labor exigía tanto de mí que no podía dedicarme a estudiar, ya que mi prioridad era alimentar a mis hermanos. Con tristeza, debo contarles que perdí a cuatro de ellos debido a accidentes o casos de violencia.

La vida nos enseña que debemos seguir adelante, superar caídas y levantarnos. La fortaleza es lo principal; siempre hay razones por las cuales luchar. A lo largo de mi camino, he contado con el apoyo de psicólogos, pero aquí estoy, fuerte y alegre. Mi misión es motivar a las mujeres a mi alrededor para que continúen luchando por sus seres queridos; a nosotras, nada nos detiene.

Es difícil expresar con palabras el sentimiento que transmiten estas mujeres guerreras y valientes. Son un ejemplo palpable de dignidad y fortaleza. La fuerza reflejada en sus rostros al narrar sus luchas y la alegría que ilumina sus ojos al ver a sus hijos graduados es conmovedora. Hoy, quiero invitarlos a unir esfuerzos y a seguir apoyando para que más familias, especialmente mujeres cabeza de familia, puedan labrar un futuro mejor para sus hijos. Así, trabajamos juntos para asegurarnos de que nadie en nuestra ciudad tenga que enfrentar el flagelo del hambre y la pobreza.

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