El 2024 está dejando claro que el cambio climático no es una amenaza futura, sino más bien una realidad tangible que asusta. A la puerta de todos están tocando, sin previo aviso, los eventos climáticos extremos e impactos devastadores sin precedentes para el planeta y el ser humano. Hoy el Niño tiene contra las rejas a Colombia, el último reporte del PMU de las entidades del agro reporta que ya van 23.986 hectáreas de cultivo afectadas debido a las condiciones climáticas, esto responde a la escasez de recurso hídrico, las heladas y los incendios forestales. Estas circunstancias juegan, sobre todo, en contra de los pequeños agricultores.
El Niño es un fenómeno natural de variabilidad climática, se produce con el calentamiento de las aguas del mar pacífico e influye principalmente en la región Andina y Caribe. Está asociado con las sequias prolongadas y la intensidad de las temperaturas. Aunque, ahora mismo, debido a la presencia de otros fenómenos meteorológicos y condiciones atmosféricas el sol inclemente ha mermado y las lluvias torrenciales han tomado protagonismo, esto no quiere decir que los efectos del Fenómeno del Niño no vayan a traer graves consecuencias en los caudales hídricos, los cultivos y el suministro de alimentos.
Este desafío global nos invita a poner sobre la mesa soluciones sociales, ambientales y alimentarias. El cambio climático podría hacer que entre 2,4 millones y 5,8 millones de personas de América Latina y el Caribe caigan en la pobreza extrema para 2030. Una cifra para nada alentadora, teniendo en cuenta que 43,2 millones de personas pasan hambre en Latinoamérica.
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Las familias agrícolas son las más vulnerables a la hora de hablar de cambio climático. Por un lado, las sequías prolongadas reducen el rendimiento de las cosechas y por el otro, se ven expuestas a inundaciones y erosiones en los suelos. Un campo sin cultivos se traduce en la falta de alimento tanto para los campesinos como para las personas que habitan en la ciudad. La producción de alimentos puede disminuir drásticamente si no se toman las medidas de adaptación climáticas necesarias.
Estas medidas son responsabilidad de todos, al estar preparados con acciones reales promovemos que las comunidades rurales puedan estar productivas y dinamizar sus actividades, para que la producción de alimentos no se vea afectada. Una vez más, acudimos a su generosidad y la de sus seres queridos, para unidos luchemos contra el cambio climático y batallemos contra el hambre.