Los precios de los alimentos se están disparando a nivel mundial. El Índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que abarca una canasta de productos básicos (cereales, carne, productos lácteos, aceites vegetales y azúcar), alcanzó un máximo histórico de US$159,7 en marzo, frente a US$141,1 el mes anterior. Y es que la crisis mundial del hambre ya es una realidad. Los acontecimientos en curso, entre los que se destaca la guerra de Rusia en Ucrania, continuarán impulsando los precios a nuevos máximos, con consecuencias devastadoras para el hambre mundial.
La pandemia de covid-19 puso de manifiesto la fragilidad y disfuncionalidad de los sistemas alimentarios del mundo y el cambio climático plantea una amenaza aún mayor para la seguridad alimentaria mundial. Si el calentamiento global cruza el umbral de 1,5 °C -en comparación con la temperatura preindustrial de la Tierra-, es probable que se convierta en catástrofe. Como muestra el más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), si se quiere evitar cruzar el umbral será necesario tomar medidas inmediatas y drásticas. Uno de los pilares de cualquier agenda de mitigación o adaptación al clima debe ser un sistema alimentario más sostenible, más equitativo y con mayor resiliencia.
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La pobreza y el hambre pueden llevar a que los agricultores usen de manera excesiva los frágiles recursos ambientales con el fin de garantizar su supervivencia a corto plazo, incluso a costa del agotamiento a largo plazo de sus tierras y del empobrecimiento de sus hogares y comunidades. El Programa Mundial de Alimentos advierte que la combinación de conflictos, covid-19, crisis climática y costes al alza ha llevado a que 44 millones de personas distribuidas en 38 países se encuentren al borde de la hambruna.
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No se puede esperar que los países pobres y vulnerables aborden sin ayuda los innumerables desafíos interconectados que tienen al frente: desde la contaminación y la pérdida de biodiversidad hasta la crisis mundial del hambre y la pobreza. Por eso, desde el Banco de Alimentos de Bogotá estamos sumando corazones comprometidos y solidarios que quieran prevenir la pérdida de vidas a causa de la falta de alimentos, garantizando que la alimentación sea un derecho y no un privilegio.