La desnutrición en Colombia está experimentando un notable aumento entre los menores de 5 años, afectando al 10% de la población, principalmente a los indígenas y a los estratos 0 a 2.
Esta problemática no solo evidencia la falta de alimentos y los desafíos de salud, sino que también pone de manifiesto las disparidades sociales. La pobreza, la falta de educación materna y la carencia de acceso a agua potable son factores predominantes en esta realidad.
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Es imperativo que la sociedad responda de manera urgente, ya que esta crisis impacta directamente en el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Si no abordamos esta emergencia de manera efectiva, estaremos destinados a repetir ciclos de desnutrición y escasez.
La nutrición infantil debe convertirse en una prioridad dentro de los planes de desarrollo municipal. Es fundamental brindar educación a las madres para que estén capacitadas para enfrentar las necesidades alimenticias de sus hijos.
Como lo expresó el Diario Occidente: “Es crucial comprender que el hambre que afecta a los niños tiene repercusiones en toda la sociedad. Debemos actuar con prontitud.”
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