El Banco de Alimentos de Bogotá celebra dos décadas de llevar alimentos a los más vulnerables de la ciudad. Su director, Daniel Saldarriaga, habla de la misión que se hace en este país, en el que muchos tienen hambre, pero sobra la comida. “En Colombia nos acostumbramos a que los que pasan hambre son invisibles”, es la lectura de la sociedad que hace el padre Daniel Saldarriaga, pues desde su experiencia como director del Banco de Alimentos de Bogotá ha visto los dos extremos: las caras de aquellos que tienen el estómago vacío y las pilas de alimentos que se desechan. La misión de la organización que representa (la cual es un tanto contra cultural, en medio de esta sociedad tan ensimismada que describe) es la de ser un puente que conecta los dos lados del abismo, es decir, recibir las donaciones de alimento (de personas y empresas que son consientes que sus “excedentes” pueden ser aprovechados por familias vulnerables) y llevarlas a los hambrientos. Aquí puedes leer la noticia completa.
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