Alba Nubia: la mamá de las hijas de la calle

En su rostro se notan los ocho años que vivió en la calle. Alba Nubia Duque Calbo, fundadora y directora de la Asociación Nueva Vida Para Las Mujeres, está acomodando sus diplomas en la pared quiere que en la entrevista aparezcan. La educación fue su salvavidas para salir de debajo de un puente. Cuando ella tenía apenas un año de edad su mamá falleció y su padre de escasos veinticinco años se fue, dejándola con sus otras dos hermanas al cuidado de los abuelos. Creció en Cali, la sucursal del cielo. A sus quince años era atleta, tenía un futuro prometedor en el deporte; pero la violencia intrafamiliar y el vacío que había dejado su madre la empujaron a un abismo aún más oscuro. Mirar atrás significa tocar heridas intensas, su infancia y juventud tuvieron un sabor amargo.  Por esa época, unas amigas le presentaron el mundo turbio de las drogas, calle arriba y calle abajo empezó a buscar respuesta a sus confusiones, salida para su dolor y el cariño que nunca había sentido. 

Terminó consumiendo 40 pastillas de rivotril diarias, un medicamento que se encarga de disminuir la actividad del sistema nervioso central y tiene efectos sedantes, hipnóticos o  ansiolíticos.  Desde sus dieciséis años hasta sus veinticuatro años vivió todos los horrores de la calle. Fue violada al menos cuatro veces, vendió su cuerpo en Buenaventura y pocas veces estaba consciente porque se la pasaba en el suelo por la droga. Cambió su talento atlético por el vicio, tratando de escapar de los huracanes que enfrentó cuando era niña. ¿Cuántos motivos puede haber para que una niña, niño o jóven sean arrastrados por las drogas, y aún peor para terminar viendo en la calle algún tipo de consuelo?.

A uno en las drogas lo violan; pero lo más impactante es el rechazo. Las drogas te vuelven feo y la gente se asusta, aunque uno dentro tiene un corazón bonito. Eso sí, hay que hacerse la mala para defenderse de la adversidad, uno como mujer corre muchos peligros

asegura Alba Nubia

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La realidad tiene una forma extraña de escribir la historia de las personas. La calle le arrebató su inocencia y dulzura, pero nunca pudo quitarle la esperanza de que todo iba a salir mejor. Un día, un grupo religioso llega a ofrecerles comida  y ella en ese momento sintió que unas cadenas se soltaban. Fue llevada a una fundación donde inicia el proceso de rehabilitación y estudia el bachillerato.  El esfuerzo, entrega y dedicación que le pone a superar su pasado, la convierten en la mejor alumna. El alma de Alba Nubia pasa por una metamorfosis. Empieza a trabajar vendiendo ropa y un pastor le ofrece irse como consejera a la Fundación New Life For Girls para ayudar a adictas de crack y heroína en los Estados Unidos. En ese viaje, que duró 6 años, no solo apoyó a cientos de mujeres que habían pasado por lo mismo que ella, sino que además pudo volver hacer una niña en una salida a Disney World, fue como ponerle una cura a las heridas de su infancia cuenta con la voz entrecortada y los ojos nostálgicos.

Perdonar ha sido su gran enseñanza. Ahora tiene sesenta y cuatro años y a través de su Asociación Nueva Vida Para Mujeres en Bogotá ha atendido a más de 5.000 niñas, jovenes y mujeres adultas consumidoras de drogas, abandonadas, victimas de violencia sexual y prostitución infantil, con el apoyo constante y solido del Banco de Alimentos de Bogotá. Cuando volvió la primera sede de la asociación fue en Alamos Sur durante dos años, pero por cuestiones ajenas a su voluntad  mudo el espacio a la calle 19 del centro de Bogotá que es donde queda ahora.  Era una zona peligrosa, llena de viciosos y  delincuencia, pero también era un edificio grande de cinco pisos. Ella lo logra comprar y junto a las niñas empiezan a sembrar flores de primavera en este lugar, que ya lleva más de 30 años. La metodología que utiliza, durante el año que las chicas están allí, consta de 3 fases: adaptación, concientización y salida intermitente a sus casas. Lo más difícil es el encierro, algunas tratan de escaparse y por eso todas las ventanas tienen rejas, pero después de muchos replanteamientos internos se han dado cuenta que el buen trato, la alimentación saludable y la atención personalizada hace que estos casos disminuyan y el proceso sea un éxito.  

Si no fuera por la ayuda del Banco de Alimentos de Bogotá no podría existir. Desde que empezaron yo voy allá, toda la alimentación que les doy a las niñas es gracias a ellos y también me apoyan con la compra de los traperos, pero además nos envían personal para atender a las jóvenes. Ellos han creído siempre en mí y yo los amo

asegura Alba Nubia Duque Calvo.

Al adicto le toca volver a encontrar su lado humano. Por eso, mediante terapias psicosociales, cuidados personales de su cuerpo, oraciones, deporte y  emprendimientos de venta de traperos y collares de perros les enseñan el valor del amor propio.  Para Alba Nubia lo más importante que deben ofrecer las instituciones que trabajan con las hijas de la calle es educación, es lo único que las puede sacar adelante. 

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Es muy fácil juzgar a simple vista, cuando no se conocen las cicatrices internas que lleva cada uno. La mayoría de las niñas que residen aquí han crecido sin mamá y han sentido que las decepciones familiares destruyeron la pureza de su alma. Es cierto que una sola acción de maltrato, violencia o abandono puede echar todo a perder. Por eso, el llamado que hace Alba Nubia es a ser conscientes y responsables cuando se tienen hijos, la compañía de una mamá es esencial para el desarrollo íntegro del niño o niña. Esta historia es un reflejo que a pesar de las adversidades siempre hay esperanza de tener una nueva vida.