En cada gesto de voluntariado, sembramos una huella de amor que perdura mucho más allá de la conclusión de nuestra labor.
Si todos compartieran la visión de solidaridad que caracteriza a nuestros voluntarios, el mundo sería un lugar donde la empatía floreciera, las brechas sociales se disminuyen y el hambre no conociera límites. En este acto de amor, contamos con el apoyo invaluable de McCain, mientras que el Banco de Alimentos abrazó a nuestros voluntarios como la familia que representan para las familias colombianas.
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Al entrar al Banco de Alimentos de Bogotá, su enfoque cambió por completo; dejaron atrás sus preocupaciones personales para abrazar el propósito único de ayudar. Todas sus acciones convergieron hacia un bien común: la misión de erradicar el hambre de nuestros hogares.
Después de una capacitación breve pero efectiva, se les dio a conocer la cruda realidad del hambre que persiste en Colombia, dimos la bienvenida a nuestros voluntarios con un refrigerio reconfortante. Este gesto no solo les proporcionó la energía necesaria para el arduo trabajo que les esperaba, sino que también les recordó el propósito noble que nos reúne.
McCain con este acto de generosidad inició a realizar los mercados para el Buen Samaritano y merece ser reconocido por el amor con el que fue llevado.