A los hermanos Grimm les apasionaba escuchar historias, esas mismas que pasan de boca en boca, se heredan y van tejiendo una identidad a través de la narrativa. Pero hay algo más profundo: son un fiel retrato de la época.
Los cuentos de los hermanos Grimm, como “Hansel y Gretel”, “La Cenicienta”, “Blancanieves”, “La Bella Durmiente” y “Rapunzel”, entre otros, son producto de esa escucha. Sin embargo, la vida no era color de rosa; estos cuentos estaban anclados en las problemáticas sociales del momento: hambre, pobreza e infanticidio eran sus temas centrales.
Debido a sus fuertes tonos oscuros, las historias originales se han suavizado con el tiempo hasta llegar a los lectores de nuestros días. Fueron adaptadas a más de 100 idiomas y también llevaron a adaptaciones en pantalla grande, incluso fueron utilizadas en la propaganda nazi.
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El 20 de diciembre de 1812 se publicó la primera edición. Lejos de ser las versiones suavizadas que son frecuentes hoy en día, estos relatos hacían una fuerte referencia al hambre y la pobreza. Ahora, estas versiones forman parte de la biblioteca de la Universidad de Kassel.
Un ejemplo claro es la historia de “Hansel y Gretel”: la madre se convierte en madrastra debido a que una madre no podía mostrarse tan cruel, y un elemento clave es el hambre. En el cuento original, la madre decide asesinar a sus hijos para evitar el hambre de ella y su marido. Este cuento retrata el lado más monstruoso de los seres humanos. “Rapunzel” es un caso similar; la joven es entregada a la bruja a cambio de alimento, reflejando las necesidades claras de la época.
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