El 35% de los hogares de estrato 2 y el 43% de los hogares de estrato 1 solo pueden garantizar dos comidas al día.

El hambre oculta es la falta de vitaminas y minerales como consecuencia de una alimentación de baja calidad. Aunque se consuman bastantes calorías, esta situación afecta a millones de personas en Colombia, generando problemas cognitivos, retrasos en el crecimiento y mayor vulnerabilidad a otras enfermedades. Es “oculta” porque los problemas por desnutrición no son visibles tan fácilmente.
Según la Encuesta de Percepción a Hogares: Hambre Segura y Seguridad Alimentaria, que busca medir las experiencias de las familias con la disponibilidad, acceso y calidad de los alimentos, realizada por la Veeduría Distrital de Bogotá a más de 4.148 hogares, se informa que:
- El 26% de los hogares solo consume grasas saludables una vez a la semana.
- Un 15,3% consume frutas y verduras.
- El 14,7% consume carnes.
- El 14,4% productos lácteos o sus alternativas.
- El 13% granos enteros.

Aunque los hogares encuestados reconocieron la importancia de una dieta con alimentos de alta calidad nutricional, el factor económico es la principal causa que limita el acceso a comidas ricas en micronutrientes en los estratos más bajos. Además, el 60% de las familias de estrato 1 reportó ingresos inferiores a $1.300.000 y las familias de estrato 2 informaron ganar menos de esa cifra. Una situación alarmante, ya que la línea de pobreza en la capital es de $592.369 por hogar, según el DANE.
Mientras familias enteras sobreviven con dietas deficientes por falta de recursos económicos, una parte significativa de la producción mundial de alimentos termina en la basura, con un alto costo social y ambiental.
En el Día Internacional contra el Cambio Climático, debemos entender que la sostenibilidad y la lucha contra el hambre son dos caras de la misma moneda. Cuando desperdiciamos alimentos, no solo estamos desaprovechando una oportunidad de nutrir a quienes más lo necesitan, sino que también arrojamos a la basura los recursos naturales que se usaron para producirlos. El desperdicio de alimentos agrava el cambio climático al generar gases de efecto invernadero como el metano en los vertederos.

Por ello, una de las acciones más poderosas que podemos tomar para cuidar el planeta es evitar el desperdicio de alimentos. Desde planificar nuestras compras y reutilizar las sobras de manera creativa, cada pequeño gesto cuenta. Al reducir el desperdicio, no solo contribuimos a un medio ambiente más saludable, sino que también honramos el valor de la comida que hoy falta en tantas mesas bogotanas.
Transformemos la conciencia ambiental en una acción que impacte positivamente tanto al planeta como a las personas.
Fuente:
Encuesta de Percepción a Hogares “Hambre Segura y Seguridad Alimentaria”, Veeduría Distrital de Bogotá, 2025.




