El agua cubre alrededor del 70 por ciento de la superficie del planeta. Pero la cantidad de agua dulce disponible para uso humano, desde cepillarnos los dientes hasta cultivar nuestros alimentos, es una pequeña fracción de eso. A nivel mundial, el agua es un cuello de botella para la seguridad alimentaria, por tal motivo se requiere de un nuevo enfoque. La inseguridad alimentaria está llamando a la puerta de todas las naciones, incluidas las más desarrolladas. Además, la situación se ve agudizada si se tiene en cuenta las constantes interrupciones sobre las cadenas de suministros alimentarias, como consecuencia de un enfoque tradicional y habitual de los sistemas agrícolas y alimentarios.
No hay duda que la interconexión del agua con los alimentos e incluso con la energía es extrema. El agua en particular es clave para toda la condena de ministros de alimentos, incluida la producción del sistema alimentario. Según la ONU-FAO, se necesitan entre 2 000 y 5 000 litros de agua para producir la ingesta diaria de alimentos de una persona. El agua es un ingrediente indispensable para la producción agrícola y sin agua, los agricultores no podrían cultivar ni alimentar a sus animales. Por lo tanto, la inseguridad hídrica significa inseguridad alimentar
No obstante, los problemas relacionados con el agua y la agricultura no son nuevos para los agricultores, las empresas privadas y los gobiernos. La gestión del agua para el riego, el refuerzo de la resiliencia a los riesgos del agua para la agricultura y la reducción de la contaminación agrícola son objetivos reconocidos compartidos por muchas partes interesadas públicas y privadas en los países de organizaciones como la OCDE o el G20.
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Si bien algunos países han progresado más rápido que otros, las especificidades locales son importantes. Es posible que aquellos países que enfrentan desafíos de cantidad limitada de agua no tengan el ímpetu para actuar rápidamente. Aun así, el cambio climático significa que las rigideces en los sistemas podrían ser problemáticas y ser adaptable será cada vez más importante para el futuro de la agricultura.
Las políticas gubernamentales deben abordar los riesgos del agua para que el agua esté disponible para la producción de alimentos y garantizar que la producción agrícola no contamine las aguas superficiales y subterráneas. El agua es fundamental en nuestro día a día, desde el vaso que bebemos hasta la comida que ponemos en nuestra mesa. Garantizar su uso sostenible será fundamental para la sostenibilidad de los sistemas alimentarios en el futuro.
Por último, es importante empezar a considerar de mejor la acuicultura, dado que la sobrepesca de nuestros océanos y otros recursos naturales aumenta continuamente año tras año, por tal motivo los seres humanos necesitan fuentes alternativas de pescados y mariscos para alimentar a la población en constante crecimiento del planeta y la acuicultura de forma responsable y sostenible es la solución para proporcionar a las generaciones futuras acceso a opciones de proteínas saludables y respetuosas con el medio ambiente.
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