En Colombia, se pierden 9.76 millones de toneladas de alimentos cada año, mientras 15 millones de personas pasan hambre. Este contraste revela la labor crucial de los bancos de alimentos, que se han convertido en mediadores entre la producción y quienes necesitan ayuda. Al rescatar productos que de otro modo se desperdiciarían, estas organizaciones sin ánimo de lucro alimentan a familias vulnerables y llenan vacíos dejados por el Estado.
El Banco de Alimentos de Bogotá, el más grande del país, destaca por su capacidad de movilizar donaciones y recursos, trabajando con más de mil organizaciones para garantizar que los alimentos lleguen a quienes más los necesitan. Su esfuerzo es un recordatorio de que, ante la crisis, la solidaridad y la innovación pueden hacer la diferencia.
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