Recogiendo amor del campo para la mesa de los más necesitados
Alimentos de esperanza: Íbamos a recoger 400 canastillas de zucchini y calabacín. Choachí, es un municipio encajonado entre montañas, que tiene muchas tierras bondadosas. Nuestro camión recorre los caminos estrechos y barrosos de sus veredas cada 15 días, con el propósito de recuperar aquellos excedentes agrícolas que campesinos y agricultores no pueden vender en el comercio. Una de las maneras más efectivas a la hora de luchar contra la pobreza es promover el desarrollo rural, una vida digna y equitativa para el campesino.
Esta vez, Carlos Rios el líder de la comunidad coordinó a 5 familias de las veredas Masa, Granadillo y Serralarada, para que entreguen sus cosechas al Banco de Alimentos de Bogotá. La mayoría de ellas nos venden una buena parte de sus productos, porque la facilidad de que el camión vaya hasta sus fincas les ahorra costos. El fácil acceso y la garantía de que se les pagará un precio justo da un valor invaluable a esta alianza, que no solo mejora las condiciones de vida en el campo, sino que prioriza la labor del campesino para construir un país más incluyente y humano.
Arturo Acosta y Juan Pulido, son nuevos en el programa. Hace unos días en una reunión comunitaria se enteraron del proyecto y tomaron la decisión de unirse, porque el precio que se está pagando en el mercado por sus cosechas no les alcanza para cubrir ni el 40% de lo invertido. Esta es la realidad a la que se enfrentan millones de campesinos, que por los precios tan altos en los fertilizantes y una comercialización cada vez más difícil, encuentran como única salida el regalar su esfuerzo, mientras la pobreza y el hambre en sus hogares aumenta.
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“Aunque se que no voy a recuperar ni la mitad de lo que invertí, yo sigo trabajando mi amada tierra. Me gusta verla cultivada y adornada con sus verduras. Así somos los campesinos trabajamos sin descanso por el simple deseo de aprovechar el tiempo y cuidar nuestra tierra”, asegura Arturo Pulido.
Pero la esperanza aún vive en ellos, gracias al Programa de Recuperación de Excedentes Agrícolas – PREA del BAB. En la actualidad, este programa beneficia a más de 100 agricultores y campesinos y más de 1.000 familias de 9 municipios aledaños a Cundinamarca. Comprando las cosechas que, de otra manera, serían desechadas y promoviendo la seguridad alimentaria a través de la entrega de mercados, y otros bienes de consumo. Una cadena de solidaridad, que beneficia tanto al campesino vulnerable como a la familia necesitada de la ciudad.
Ha sido un viaje generoso. Nuestro camión se devuelve lleno de alimentos saludables, los agricultores se quedan con una retribución justa y cientos de familias vulnerables que pasan hambre ya no serán víctimas de este flagelo. Alimentar la vida y priorizar el desarrollo rural es una responsabilidad que nos compete a todos como sociedad. Por eso, desde el BAB seguimos invitando a todas aquellas personas de buen corazón, para que juntos garanticemos que la alimentación sea un derecho y no un privilegio.