La incertidumbre ante una crisis alimentaria es latente en todo el mundo, el costo de los alimentos y el costo de vida en general sube de manera acelerada. Lo anterior implica que hasta 1.700 personas podrían caer en la pobreza y el hambre, asimismo, hay que tener en cuenta que actualmente resulta impensado para muchas personas llevar una alimentación nutritiva y saludable por los altos costos que esto supone.
Los factores que influyeron y que están agudizando actualmente esta crisis son múltiples. Si bien los peores momentos causados por la pandemia de COVID-19 ya parecen algo del pasado, los efectos del mismo siguen teniendo incidencias graves. Para nadie es un secreto que el coronavirus tuvo un gran impacto sobre la dimensión económica, los gobiernos tuvieron la difícil labor de proponer medidas que buscarán proteger la salud de las personas y al mismo tiempo mantener sus economías a flote. No obstante, varias de las medidas inevitablemente afectaron directamente a la economía e impidieron que muchos sectores siguieran con un funcionamiento normal, lo que al mismo tiempo redujo la capacidad de producir o entregar bienes y servicios, ya que muchas empresas cerraron y la oferta disminuyó.
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Por otro lado, el cambio climático representa un factor determinante, ya que empeora notablemente las condiciones de vida de agricultores y pescadores. De igual manera, acarrea un peligro inminente para los cultivos, esto como consecuencia de episodios climáticos extremos como las sequías las cuales afectan el rendimiento y la producción de los mismos. Otro factor que perturba la producción de alimentos son los conflictos de alto impacto mundial como el conflicto en Ucrania, y es que muchos países se ven afectados por sus características alimentarias y la alta dependencia sobre algunos productos, es importante tener en cuenta, que los dos países exportan el 30% del grano global.
Lo anterior se ha convertido en un gran desafío para los bancos de alimentos, ya que la necesidad de ayuda alimentaria sigue aumentando y en algunos casos reportan una disminución en las donaciones. Por tal motivo, es esencial que el sector público y privado reconozca el papel de los bancos de alimentos y los tengan en cuenta como un actor fundamental en la lucha contra el hambre.