El planeta produce suficiente alimento para alimentar a toda la población, sin embargo, aproximadamente una quinta parte de esta producción se desperdicia. Según la ONU, en el año 2022 se desechó a la basura alrededor de mil millones de toneladas de alimentos.
Este despilfarro representa el 20 % de los alimentos destinados a la alimentación, mientras que más de 780 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria. Esta pérdida no solo afecta al desarrollo y crecimiento de los niños, sino que también tiene graves repercusiones ambientales. La comida no consumida se convierte en gases de efecto invernadero, contribuyendo al calentamiento global.
“El desperdicio de alimentos es una tragedia global. Millones de personas padecen hambre mientras que la comida se tira en todo el mundo”.
Inger Andersen, directora ejecutiva de UNEP.
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El mayor porcentaje de desperdicio ocurre en los hogares, donde se estima que se desperdician anualmente 630 millones de toneladas de alimentos.
Es importante recordar que el desperdicio de alimentos implica un costo adicional para la naturaleza y el clima. La ONU lo define como un “fracaso medioambiental”, ya que la producción de alimentos tiene un gran impacto en la naturaleza. Desde 1990, 420 millones de hectáreas de bosque han desaparecido para dedicar ese terreno a otros propósitos, siendo la expansión de la agricultura el factor principal de deforestación.
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