El rastro de la generosidad

Luchar contra el virus de el hambre es el reto que nos moviliza. Acá la historia de Milton Carabalí, un hombre como cualquier otro, pero que todos los días busca en frutas y verduras el rastro de la esperanza y la generosidad.

Busca rastros en las guatilas. Dependiendo del estado las mueve de una canasta a otra: arrugas en la cascara, colores avejentados y olores robustos, dan señal de que las frutas ya no sirven. Son pocas las que están dañadas. La mayoría tienen un verde reverdeciente que iluminan la sonrisa tímida de Milton Carabalí. Un hombre de piel morena, mirada rígida y tenacidad firme, que hace parte del equipo del Banco de Alimentos de Bogotá. Al terminar de seleccionar las guatilas que están en buen estado coloca la canasta en el vehículo de tracción humana (VTH), más conocido como “zorra”, para continuar con la canasta de zucchini.

Este es su segundo viaje del día por la plaza de mercado Corabastos. En el VTH lleva 20 canastas vacías, pero que espera regresar con todas cargadas de generosidad. Esta vez le toca recorrer la bodega 82, que tiene más de 1.200 locales. Los pasillos son angostos. Cuatro por cuatro apenas en cada establecimiento. Las puertas son enrollables y de color verde. Hay frutas y verduras de todos los tamaños y formas. Manzanas redondas, bultos de papas, lechugas frescas y duraznos rozagantes son algunos de tantos. La tarea de Milton Carabalí, de 30 años, es pasar por cada uno de los puestos preguntando si hay excedentes de los alimentos, para que los pueda trasladar al Centro de Acopio del Banco de Alimentos de Bogotá. No es trabajo fácil, porque todos los días tiene que sensibilizar a los comerciantes sobre la importancia de no generar desperdicios de alimentos, dado que estos con un buen proceso de recuperación se pueden convertir en el plato de comida de muchas personas.

De hecho, desde el 2016 ese es el trabajo del Centro de Acopio del Banco de Alimentos de Bogotá, que esta ubicado en la plaza de mercado Corabastos: recuperar, clasificar y distribuir los alimentos que están en buen estado, para que cada día más familias tengan que comer.

  • Antes la gente botaba los alimentos que estaban en buen estado pero que sobraban. Eran canastillas completas – dice Milton Carabalí- Ahora que nosotros pasamos salvamos esos alimentos. Les damos una segunda oportunidad, para que más adelante se conviertan en el almuerzo de las personas con más necesidades.

Milton, es de Suárez, Cauca. Desde los 14 años empezó a trabajar en la mina de oro, porque las necesidades no daban tregua en su casa. Aunque esto no lo cuenta con tristeza mas bien con regocijo, porque en aquellos tiempos donde la vida era bajo tierra fue muy feliz. A los 18 años llegó a Bogotá y ahora tiene esposa y 2 hijos, Camila, de 8 años y Pedro, de 14 años. Desde hace 8 años trabaja en el Banco de Alimentos de Bogotá, inició como voluntario, porque desde pequeño sabía lo que quería: derrotar el virus de el hambre. Luego, trabajo unos años en la bodega del Banco. Pero desde hace un tiempo se trasladó al Centro de Acopio, porque le queda más cerca a la localidad donde vive, Bosa.

Ya terminó de seleccionar el zucchini. Con naturalidad y sin ningún esfuerzo acomoda la canasta sobre las otras. Allí todo parece tener vida. El amarillo del zucchini huele a alegría, el verde de la guatila sabe a generosidad y el naranja de la uchuva irradia esperanza. El recorrido que tiene que hacer dura entre una y dos horas dependiendo de lo que los comerciantes donen. Con la mirada grácil, los brazos solidos y el brío firme continua hacia la siguiente puerta, para seguir buscando alimentos.

  • Cuando pongo las manos y cierro los puños en el VTH la fuerza que me moviliza es la de saber que alguien no va pasar hambre – dice Milton Carabalí – Esa fuerza es la que utilizo todos los días para concientizar a los comerciantes.

Luchar contra el virus de el hambre es el reto que moviliza al Banco de Alimentos de Bogotá. Por eso, el rostro de Milton, da ejemplo de que la lucha para derrotar la inequidad la lleva en el corazón cada uno de las personas que trabajan en el Banco. Él, tal vez es un hombre como cualquier otro que carga un VTH, pero para quiénes carecen de alimento es un héroe que lleva esperanza y equidad.

Seguimos Luchando #JuntosContraElHambre